Dentro del marco del Día de la Mujer, en TBS Education – Barcelona se llevó a cabo un taller sobre la mujer y el liderazgo, impartido por la antropóloga Beatriz Mallén, quien ha trabajado en este ámbito con diversas personas, incluyendo aquellas en zonas de conflicto y expatriados, siempre focalizándose en la salud y el género. Este taller no fue la excepción, ya que su objetivo fue compartir las barreras que nos encontramos tratando de desbloquear el potencial de los asistentes.

Se abordó un concepto no binario que no se refiere al género con el que nacemos, sino a la forma en que cada uno vive

El taller comenzó invitando a los participantes a reflexionar rápidamente sobre qué valores asociaban con la mujer en el liderazgo. Entre los valores mencionados estuvieron palabras como; el respeto, la honestidad, la empatía y la igualdad. Ninguna respuesta era más correcta o incorrecta que otra, puestos que se trataban de ideas relacionadas con conceptos que todos asociamos a nuestra imagen colectiva, tanto el de la mujer como el del hombre, en el liderazgo. No solo se tratan de conceptos que tienden a mezclarse, sino que ser de un género determinado no significa liderar de la manera que generalmente se le atribuye.

Lo que realmente importa es la forma en que las personas se relacionan, actúan y viven, más allá del género con el que nacen. Por ello uno de los objetivos es normalizar estos conceptos y desvincularlos, rompiendo así barreras. Al hacerlo, se contribuye a derribar algunos de esos obstáculos.

Existen barreras internas y externas

Con el listado de conceptos planteado, se pudo evaluar uno de los problemas a los que nos enfrentamos como sociedad: aquellos obstáculos que las personas creen que los demás esperan de ellas. Por ejemplo, a las mujeres se les suele atribuir una mayor creatividad, orientación a las personas y una tendencia a buscar soluciones a largo plazo, mientras que los hombres son percibidos como más directos, asertivos y orientados a las tareas.

Estos son solo algunos de los adjetivos que se asocian al liderazgo, pero si vamos más allá y observamos las características atribuidas a unos y otros, estas ideas refuerzan los estereotipos, lo que lleva a que los individuos se sientan avergonzados y se impongan obstáculos a sí mismos, comportando fenómenos como el Síndrome del Impostor

Muchas de estas restricciones comienzan en nuestro interior, y ni siquiera somos conscientes de ello. Otro ejemplo es, como Beatriz menciono, a la hora de postularse a un trabajo, las mujeres suelen enviar su candidatura solo si sus aptitudes coinciden al 100% o, como mucho, al 90%, mientras que los hombres, por lo general, lo hacen con un 60%. Lo que se traduce en un impedimento autoimpuesto por qué no existen trabas exteriores que obstaculicen a la mujer a enviar esas candidaturas en la misma frecuencia que los hombres.

Compartir es importante para derribar estas barreras

En el taller, se abordó esta cuestión a través de varios ejercicios de autorreflexión y apoyo entre compañeros. De forma anónima, se invitó a los asistentes a pensar si se sentían identificados o no con varias frases limitadoras como las siguientes:

  • «No me merezco el reconocimiento que recibo.»
  • «Tengo miedo de cometer un error y sentirme mal por ello.»
  • «No tengo experiencia para liderar.»

Estas frases resonaron de inmediato entre los asistentes, quienes fueron invitados a reformularlas con sus propias palabras. Además, en un ejercicio de empatía, compartieron estas reflexiones con algunos de sus compañeros. No solo se trataba de ser escuchados y poner esas palabras en voz alta (lo que les daba más fuerza), sino también de poder compartir los pensamientos de otros y escuchar sus visiones. Así, los participantes pudieron observar cómo el concepto que uno mismo tiene de sí mismo puede no ser tan relevante para los demás.

Compartir es valioso tanto para uno mismo como para los demás, ya que no solo ayuda a la comprensión y reflexión, sino que también pone en evidencia la importancia de lo que hacemos bien, a menudo sin darnos cuenta. Durante el taller, surgieron nombres de amigos, familiares, jefes de trabajo o incluso personas famosas, como referentes o modelos a seguir por diversas razones.

Compartir estos referentes ayuda a la persona a tomar conciencia de sí misma y a empezar a romper obstáculos. Tanto para uno mismo como para la persona que recibe el cumplido. Se trata de algo más que una felicitación por un comportamiento. Sino de una vez más de un ejercicio de empatía con consecuencias positivas tanto para los receptores como emisores como sociedad.

Hablar, reflexionar y seguir evolucionando

Aunque este taller se llevó a cabo en el marco del Día de la Mujer, como se mencionó al inicio, no son temas aislados que deban recordarse solo en fechas específicas. Son cuestiones que nos afectan en nuestro día a día, a veces de formas inesperadas. Por ello, es importante seguir trabajando, seguir reflexionando para ser auténticos, luchar por la igualdad y la normalización, y, en última instancia, contribuir al bienestar tanto individual como social.

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