El juego de cartas de Wason y los sesgos en la búsqueda de la información
Publicado en 19.07.18
El juego de cartas de Wason es un experimento psicológico ya clásico utilizado para entender el razonamiento de las personas (Johnson-Laird & Wason, 1970). El juego consiste en lo siguiente: Se ponen 4 cartas delante de una persona. Digamos por ejemplo que son las siguientes:
[A] [D] [4] [7]
A continuación, se le explica una regla. Siguiendo el mismo ejemplo: «Si la carta tiene una vocal en el anverso, en el reverso tendrá un número impar».
Finalmente, se le pregunta ¿a qué cartas hay que dar vuelta para saber si la regla se cumple o no en este juego?
¿Ya tiene su respuesta? Apúntela.
Es importante que sepa que pocas personas, por inteligentes que sean, aciertan con la respuesta y que la mayor parte de la gente comete uno de dos errores de razonamiento lógico.
El primer error, aparentemente el más frecuente, es el de entender que lo contrario de la regla también debe cumplirse. En este caso, el error es pensar que, para confirmar que la regla se cumple, hace falta voltear una carta con un número impar. Si se encuentra una vocal por el otro lado, quiere decir que la regla se cumple. Error.
Esto no es lo que dice la regla, la regla solo habla de una dirección («si es vocal, es impar”), pero no dice que “si es impar, es vocal” y perfectamente puede haber una carta con un número impar que tenga una consonante en el reverso, sin que la regla presentada deje de ser verdad. ¿Me ha entendido? Bien.
El segundo error es el del que quiero hablar ahora trata de la dificultad que tiene la gente para buscar la información desconfirmatoria. Es decir, mucha gente acierta a la primera en qué carta dar vuelta para ver que la regla es verdad, pero no qué carta se tendría que voltear para asegurarse que lo contrario a lo que dice la regla no es verdad.
Si lo explico con un ejemplo, seguro que se entiende mejor. En estos tiempos de agitación política entre Cataluña y España, si su cuñado es, por ejemplo, españolista, es posible que vea las noticias con la óptica de una regla que dice más o menos así: “si es independentista, odia a España”.
Entonces, cuando su cuñado lea que el nuevo President de la Generalitat, Quim Torra, de orientación independentista, ha escrito tuits que dicen “los españoles solo saben expoliar” (https://elpais.com/ccaa/2018/05/10/catalunya/1525980087_660691.html), va a decirle a usted “¿ves, como los independentistas odian España?”. Esto es el equivalente a encontrar la información que confirma la regla.
Si en cambio ve la escena en que un partidario de Josep Anglada llama “charnego de mierda” a Jordi Évole, para afearle sus antepasados no catalanes, y piensa “este debe ser independentista”, está cometiendo el primer error de razonamiento, porque si el señor en cuestión es partidario de Plataforma por Cataluña, el partido de Anglada, en realidad es furibundamente anti-independencia. La regla no dice que todos los que odian a España (o desprecian los orígenes españoles, en este caso), sean independentistas (https://sociedad.e-noticies.es/hablame-en-catalan-charnego-de-mierda-38568.html).
Pero lo peor es que seguramente su cuñado estará contento con su timeline en Twitter, los mensajes que le llegan en Facebook o las fotos que ve en Instagram -donde con toda probabilidad sigue solo a personas que son afines a sus ideas- y no irá a buscar la información desconfirmatoria, es decir, aquella que podría demostrarle que se puede ser independentista sin odiar ni despreciar a España o los españoles.
Entonces, no le llegará, por ejemplo este artículo del ex President Artur Mas (el que lanzó todo el proceso independentista) en que indica que una Cataluña independiente puede ser una buena aliada de España (https://www.elperiodico.com/es/politica/20131230/mas-estado-catalan-aliado-espana-2969809), comentario que desafiaría su creencia básica.
Lo anterior es solo un ejemplo y no hace falta decir que se pueden también encontrar ejemplos si su cuñado es independentista y sigue una regla mental del tipo “si es España, solo nos roba”. De hecho, este problema de razonamiento ocurre con todo tipo de ideas (reglas) preconcebidas que tiene la gente.
Siempre es más fácil quedarse con la información que nos confirma que “si es del PP, es corrupto”, “si es mujer, conduce mal”, “si el profesor me riñe, es porque me odia” y tantos otros en que, quizás por pereza, quizás por parsimonia -seguro que no por falta de inteligencia-, no vamos a hacer el esfuerzo de buscar la información que nos mostraría que esa regla no es verdadera.
¿Le quedó más claro ahora? ¿y ha acertado en su respuesta?
Correcto: tendría que dar vuelta a las cartas A y 4.
Girar el 7 es cometer el primer error.
Girar la D no aporta nada.
Por Gabriel Zúñiga, Director de Estudios de TBS Barcelona
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